martes, 24 de noviembre de 2009

Las “Noticias del poder” según Jorge Halperín


Si se habla de un periodista argentino con mucha trayectoria y alto prestigio en el país, se está hablando, sin dudas, de Jorge Halperín, quien, entre otras cosas, conduce los programas La siesta Inolvidable, diariamente por Radio Mitre, y Dinero, que se emite por la señal de cable Ciudad Abierta. Además comparte una columna semanal en el programa radial ¿Cuál es? por la Rock and Pop. Sus inicios en el periodismo se remontan hacia 1967, momento a partir del cual comenzó su paseo por varias redacciones de diarios como La Razón, El Cronista Comercial y Clarín. Trabajó, además, para Editorial Atlántida, fue prosecretario de Política y Economía de la revista Creación y fue director de la revista Tres Puntos.

En su flamante libro, “Noticias del poder, buenas y malas artes del periodismo político”, el autor se interna en el complejo mundo de “la especialización más peligrosa del oficio”. Recorre los claroscuros del periodismo político, a lo que le suma entrevistas hechas a emblemas del género como Oscar Raúl Cardoso, Eduardo Aliverti, Daniel Santoro, Mario Wainfeld o José María Pasquini Durán, entre otros.

El periodismo político es una especialidad dentro del periodismo que produce información, análisis y opiniones sobre la marcha del sistema político. Es aquel que produce las tapas de los diarios que luego se trasladan a los titulares de las radios y la televisión del mismo día o del día siguiente.

Halperín establece que el camino a la verdad está lleno de obstáculos que no siempre es factible sortear, menos aún cuando se trata de desentrañar los fundamentos de una materia tan dificultosa y problemática como lo es el poder, en este caso, el poder político.

Para definir el concepto de Verdad Periodística, Halperín plantea que “La verdad que publicamos no es un testimonio individual, sino que se construye a través de una red que integran, por un lado, la información que previamente teníamos; por otro, lo que nos dicen nuestras fuentes y también lo que señalan los otros medios, que publican su información e influyen sobre nuestros propios puntos de vista”.

También se define el concepto de poder y de política. “El poder consiste en la eventualidad de que un hombre o un conjunto de hombres realice su propia voluntad incluso contra la resistencia de otros que participan en la acción, según Weber”, destacó el autor.

Entonces el periodismo político, se trata, nada más ni nada menos, que de informar sobre el poder, un objeto de investigación con demasiadas mañas que construye su propio relato para dominar y crear consenso. La presencia del periodista tratando de sacar información y de hacerla pública le plantea una encrucijada al poder: o es una herramienta a su servicio, o bien se convierte en una competencia.

El rol que juegan los grandes medios es cada vez más el de propagandistas, constructores de opinión orgánicos de intereses todavía más importantes, actores nada neutros en cuanto al control del poder, menos aún que los propios partidos políticos.

Es por eso que la política y el periodismo aparecen en permanente conflicto en los escenarios del poder, tanto uno como el otro, eso es lo que buscan. El periodismo también construye opciones de poder y a veces opera desestabilizando, como es el caso del derrocamiento de Arturo Illia por boca de alguno de los periodistas que participaron en la operación, Lo mismo le que pasó a Fernando De la Rúa, cuando los medios instalaron la imagen de su torpeza y su “aburrimiento”. De esta manera, los medios ayudan a debilitar gobiernos: no pueden derrocarlos pero sí reforzar tendencias y hacer que los ciudadanos dejen de elegirlos o comiencen a no creerles, y por consiguiente, a sacarles el poder que alguna vez adquirieron. Un ejemplo actual podría ser el caso del Diario Clarín con el Gobierno K, lo que hace el diario justamente es construir opiniones en sus lectores, cambiarles su manera de pensar, hacerlos volver en contra de todo lo que el gobierno haga.

La construcción de la agenda “es el mecanismo por el cual se instalan en los medios los temas que van a concentrar la mayor atención pública y el enfoque que va a predominar en su tratamiento”, por lo menos eso es lo que sostiene Halperín y así la define.

El factor que mayor influencia tiene en la construcción de la agenda es el poder político. “El gobierno y, en muchos casos, una oposición con gran capacidad de iniciativa tienen una posición privilegiada para instalar agenda”, argumentó el periodista. A este actor político hay que sumarle el actor económico, las fuentes del poder corporativo como la Iglesia Católica, los sindicatos y las Fuerzas Armadas; los llamados “gajes del oficio”, y “factor de clase” que se refiere a que tanto las personas que trabajan en los medios como los lectores, oyentes y televidentes, pertenecen en su mayoría a la clase media.

En fin, el ciudadano, para poder ser ciudadano necesita saber lo que sucede en la esfera política, estar informados. Y ahí los medios tienen un rol crucial: por lo tanto, en donde el poder consiga su propósito de desviar la información o de instalar su propio relato y los medios pierdan su capacidad crítica, se está en serios problemas como ciudadanos. Es un círculo virtuoso que nunca debe dejar de girar, porque si eso sucede, los ciudadanos dejarían de ser ciudadanos para sólo ser individuos aislados de la sociedad en la que viven.





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